El Cd como arte
El packaging no siempre estuvo ahí. Los primeros discos incluían, simplemente, una foto, la lista de las canciones y los datos básicos. Nos teníamos que conformar con carátulas aburridas y simples; sin embargo, nos parecían una maravilla, ¿verdad?
Con el avance del marketing, esto ha cambiado. Desde hace unos 20 años, no hay disco editado que no venga con una presentación más o menos de diseño y cuidada, conforme a la imagen del artista o del grupo.
La habilidad de innovar
El declive del CD, además de los nuevos sistemas de streaming, Spotify o con Youtube ha propiciado que sea casi una osadía publicar un disco. Frente a esto, no queda otra opción que poner en marcha la creatividad para sostener como se pueda las ediciones de discos.
La realidad es que el CD está en vías de un cambio definitivo, como le ha ocurrido a los vinilos, que, entendidos como objetos de culto, se han vuelto a editar. El formato tiene menos tirada porque a los adictos a la música, parece que les interesa más el contenido que el continente.
Muchos músicos están apostando por el diseño, el vestir la música, darle forma. Realmente, el embalaje es una carta de presentación. Hasta ahora, se ha tenido como una parte importantísima porque permite vivir la música mientras se escucha; acceder a información de valor sobre el grupo, la composición de cada tema, la grabación, es muy interesante y enriquecedor. Hasta los propios artistas intervienen en la elaboración de esa información, dándole un sentido extra, muy jugoso para los fans de primera fila.
Con el paquete del disco entra en juego la relación con el placer, con la espera y con la paciencia. También con el tener un objeto bello en las manos, y que, además, que sea tangible. Eso le da mucho más valor a algo tan etéreo como la música,que sigue siendo difícil de describir. La pormenorización de aspectos relacionados con fabricación del disco ayuda mucho a realzar el valor del mismo, especialmente, su contenido; en definitiva, siempre es lo más importante. Pero, para ello, en los últimos años, hay que hacerlo valer.
La edición de luxe
En la actualidad, las ediciones de los discos intentan adaptarse al mundo digital y globalizado. Ofrecen, desde material extra, tomas alternativas, vídeos de directos, accesos a internet, hasta entrevistas a los artistas, selfies, etc. Es lo que se llama la edición creativa y, son un modo de luchar contra la piratería, ofreciendo valor añadido que nunca se encuentra en una copia pirata.
Sin embargo, hay quienes distinguen otras ediciones: las de luxe, muy frecuentes en los años 90, que fueron un boom para el pop musical, extendiéndose hasta principios del 2002. Era una forma de arte, implícita en los discos, pero tan acostumbrados estábamos que ahora se aprecia mucho más, y se echa de menos. Eran obras artísticas esas ediciones musicales y no se puede comparar con los nuevos tiempos, sino mirarlas con otros ojos.
Un diseño más que pensado
Todos podemos recordar embalajes de disco que querían ser tan originales que hasta resultaban incómodos; eso sí, llamativos como ninguno. Así, el “Ladies and gentlemenwe are floating in space” de Spiritualized era una pastilla junto a un prospecto de medicina; pura imaginación.
“PureGenius. The Complete Atlantic Recordings” de Ray Charles era un maletín con siete CDs, un DVD y un libro; se asemejaba a fonógrafo virtual, de tal modo que, al levantar la tapa, te encontrabas con un disco de Atlantic en relieve que transmitía la sensación de estar escuchándolo como entonces.
La productora de Billie Holiday, Verve, editó una preciosa caja metálica, con formato de acordeón; incluía toda la música de Billie Holiday con Verve en el álbum llamado “The Complete Verve Studio Master Takes”, de 2005.
El disco de David Byrne & Bryan Eno de 2008 parecía una caja de quesitos, con un diseño de una casa y un paisaje. Al abrirla, se oían unos pasos que conducen al primer piso…
En fin, discos no solo para oír buena música; también y sobre todo, para coleccionar y exponer en una vitrina.